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domingo, 2 de enero de 2022

El poder de los números (II)


Cubierta del libro de James Quinn que hace una recopilación de 50 artículos de diferentes autores en una obra imperdible para cualquier hípico. Imagen cortesía: amazon.com

Por: Winston A. Hernández G.

Tomado del capítulo 43: "Fuera del caos, un grado de orden: velocidad real"

Hay que reconocerlo: más allá del manejo de su dinero, los pronosticadores y apostadores no tienen ninguna clase de control sobre lo que sucede en las carreras de caballos. Hay muchos factores que pueden incidir en el resultado de una competencia: tropiezos, la ineptitud y/o errores de los jinetes, la baja condición de los ejemplares, las decisiones de los comisarios, el movimiento de las apuestas, etc.

Entre todas las personalidades que convergen en el mundo del hipismo, la variación más fascinante es la de la mente científica. Por observación, por medición, ensayo y error, el científico termina resolviendo todos los problemas con un alto grado de objetividad y confianza.

En tal sentido, el arqueólogo Charles Carroll ha destinado una buena parte de su tiempo libre a la búsqueda científica para acertar a las carreras de caballos. Carroll se ha concentrado sólo en los velocistas y ha trabajado con relaciones lineales. Ha logrado determinar que la velocidad del caballo de carreras, una función de la distancia dividida por el tiempo, es lineal, comprobable, y soluble, en óptimas condiciones hasta 1.400 metros.

Carroll demuestra que la relación lineal entre la ampliación de la distancia y el tiempo en una carrera de caballos hasta 2.000 metros tiene una efectividad tan alta como 0,9994, lo que significa que los pronosticadores pueden estar un 99,94 por ciento seguros de que un caballo que marca determinado tiempo en 1.200 metros, agenciará determinado tiempo en 1.400 metros. Con excepciones para pequeños segmentos, a menor ampliación de distancia, más precisa será la relación y, en consecuencia, menos probable que cualquier perturbación pueda interferir, de acuerdo con la segunda ley de la termodinámica que sostiene que todos los sistemas agotan el aire, lo que significa que los caballos corriendo en una distancia mayor eventualmente tienden a cansarse más.

Carroll estableció su propia base de cálculo fundamentada en el tope de velocidad. Por tope de velocidad, quiso decir la tasa más rápida de velocidad que se puede esperar de un purasangre a lo largo de una determinada distancia. Las leyes de la física, en combinación con la segunda ley de la termodinámica, postulan la existencia de una máxima velocidad teórica de un caballo en cualquier distancia, de tal forma que ningún caballo sería capaz de ejecutar más rápido que el límite máximo de velocidad. Carroll asumió que la máxima velocidad teórica es el récord mundial de cada una de las distancias a recorrer regularmente. Si la velocidad real de un caballo es comparada con la máxima velocidad vigente, la relación debería proporcionar a los pronosticadores la más avanzada metodología para el estudio de las carreras de caballos.

La metodología de Carroll enfoca su fina estimación de la velocidad del caballo dependiendo de otra medida de velocidad real: tiempo por cuerpo. Para poder calcularla, primero necesita decidir cuánto es un cuerpo.

Carroll, tras muchos análisis, descubrió que ocho pies era la medida ideal para la diferencia de un cuerpo. Lo próximo que hizo fue dividir las distintas distancias en cuerpos. Una milla (1.600 m), por ejemplo, consiste en 5.280 pies, o 660 cuerpos. Para calcular el tiempo por cuerpo, los analistas simplemente deben dividir el tiempo del caballo por el número de cuerpos. Para una milla completada en 1:36 exactos (96 segundos), el tiempo por cuerpo sería 96/660, o 0,145 segundos por cuerpo. Así se llega a la base de cálculo, o estándar de comparación, para calcular la velocidad real de cualquier caballo.

Posteriormente lo que hizo Carroll fue usar los récords mundiales en las diferentes distancias. Para cada récord mundial, él calculó el número de cuerpos que un purasangre debería correr y el tiempo por cuerpos. Posteriormente hizo una recta de regresión y eso le permitió re-calcular los "récords de pista" para cada distancia: desde 800 hasta 2000 metros. Para seis furlongs o 1200 metros, por ejemplo, la nueva marca fue de 68,167 segundos.

Veamos un ejemplo práctico:
Para 1.200 metros (495 cuerpos), el tiempo a utilizar es 68,167, lo que nos lleva a que el tiempo por cuerpo del caballo súper estrella sería de 0,1377 (68,167/495).

Si usted quiere calcular el rating de un caballo que agenció 74 segundos en 1.200 metros, simplemente multiplica la distancia a recorrer (495 cuerpos) por el tiempo por cuerpo referencial (0,1377) y divide entre el tiempo de su candidato (74), lo cual arroja el siguiente resultado: 0,9211. Para mayor facilidad multiplica por 1.000, lo que genera una calificación de 921 puntos la cual deberá comparar con los demás participantes. En este caso se entiende que el rating del récord-horse corresponde a 1.000 puntos.

Ese resultado significa que su caballo es un 92,1 por ciento tan rápido como el ejemplar que mantiene el récord mundial en la distancia. ¿Sorprendente? Pues sí, esto quiere decir que incluso los purasangres de los lotes menos clasificados rara vez caen por debajo del 90 por ciento del súper caballo. Carroll comenta: “Un speed rating de 800 es sumamente bajo. Un caballo puede tener el 90 por ciento de la velocidad de Secretariat o Dr. Fager y nunca ganar una carrera”.

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